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RECUPERAR LA DEMOCRACIA EMPEZANDO POR LOS AYUNTAMIENTOS

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¿Por qué se aferran al poder los malos políticos? ¿Por qué se empeñan en seguir gobernando cuando saben y sienten que su labor no es la adecuada y que tienen a más de la mitad de los votantes en contra?
A pesar del poco tiempo transcurrido desde el restablecimiento de la democracia en España los ciudadanos están profundamente decepcionados. Han tenido demasiadas ocasiones para clamar lo mismo que hizo Ortega y Gasset, “No es esto, no es esto”. No es esto lo que queríamos. Queríamos un buen gobierno y tenemos un mal gobierno.
Que no haya dudas: los ciudadanos queremos la democracia, deseamos ampliarla y hacerla más real. Exigimos el cumplimiento de la palabra al pie de la letra: gobierno del pueblo para el pueblo.
En términos generales, lo que tenemos ahora no es democracia, no es gobierno del pueblo- ni es para el pueblo- sino gobierno de unas castas políticas, enquistadas en los partidos políticos, para beneficio de las castas y de los clanes políticos con su corte de beneficiados y de paniaguados. Claro que se han hecho cosas buenas, claro que se ha avanzado en muchos órdenes, claro que hay libertad. No faltaría más ni menos.
No estamos en contra de los partidos políticos ¿Cómo íbamos a estar en contra de los partidos políticos los que hemos militado clandestinamente en ellos y cuando estuvieron prohibidos nos jugamos la vida por ellos y por hacerlos legales? Estamos en contra de que en muchos casos las direcciones políticas de los partidos se hayan apoderado de los partidos y los hayan convertido en su huerto particular.
No estamos en contra de los políticos profesionales ¿Cómo íbamos a estar en contra de los políticos profesionales si hemos reivindicado la libertad de asociación y de representación que exigen naturalmente para su funcionamiento la existencia de profesionales que se ocupen de ellos? Necesitamos buenos profesionales trabajando en la política.
Estamos en contra del sistema de castas cerradas que han creado las mismas castas que se apoderaron de los partidos políticos a lo largo de la transición. Estamos en contra de las falsedades, de los que se apropian de las siglas de un partido pero no respetan su contenido. Estamos en contra de los que abusan de la democracia para beneficiarse de ella, para repartir cargos entre los amiguetes.
Se acusó con razón al sistema franquista y al mismo Franco de perpetuarse en el poder: procuradores en Cortes, Diputados, Gobernadores Civiles y Alcaldes que permanecían como dinosaurios anclados en el poder. Aquello no fue bueno entonces, ni es bueno ahora. Aquello que era malo entonces no puede hacer bueno lo que ahora es lo mismo y es malo.
La falta de democracia y de libertades y la prolongada permanencia de los adictos al sistema en el poder, generan necesariamente el miedo en los ciudadanos. Estos no se atreven a censurar no ya al poder en abstracto o al poder de los políticos lejanos a ellos, sino a los políticos locales. Muchos me darán la razón- aunque no lo reconozcan en público- si afirmo que los ciudadanos hoy no son totalmente libres; no se atreven a ser libres, a emitir claramente sus opiniones, porque tienen miedo.
¿A qué tienen miedo? En realidad no hay motivos para tener miedo. No van llevarlos a la cárcel, ni les van a confiscar sus propiedades. Es verdad. Pero tienen miedo porque saben que los políticos malos, no sólo en la dictadura sino también en la democracia, pueden usar el poder municipal para tomar represalias, para no concederles una licencia (a la que tienen derecho), para multarles por cualquier cosa. Y además tienen miedo sin razones. Tienen miedo, simplemente.
Esto no fue bueno durante la Dictadura, pero es peor tener miedo en la Democracia.
Si hay miedo en la Democracia es que no es una verdadera Democracia, no hay verdaderos demócratas en el poder municipal.
El verdadero demócrata obedece y respeta la ley, respeta a todos los ciudadanos, no mira por el interés particular en contra del público, no se beneficia bajo la mesa con chanchullos, no apoya concesiones o permutas que perjudican al Ayuntamiento. El verdadero demócrata es tolerante, educado, amable, atento.
Se me replicará que en democracia, como así es, los cargos son elegidos por los ciudadanos y son éstos los que los echan del poder, si quieren. De acuerdo, así es formalmente. En la realidad sabemos que ocurre otra cosa.
Lo que ocurre en la realidad es que el político, el mal político, tiende a perpetuarse en el poder con el pretexto de que los ciudadanos lo quieren así, pero la honradez del servidor público debería empezar por saber renunciar al cargo tras un tiempo prolongado en el mismo. No debe esperar a que lo echen por la fuerza de las urnas. Debe hacerlo por verdadero espíritu democrático.
¿Por qué se aferran al poder los malos políticos? ¿Por qué se empeñan en seguir gobernando cuando saben y sienten que su labor no es la adecuada y que tienen a más de la mitad del pueblo en contra? ¿Lo hacen por espíritu de servicio, sacrificándose por los demás como dicen a menudo? ¿No estarían mejor en su casa, siendo respetados en el anonimato de la vida civil? ¿Qué esconde el poder que tanto atrae a los que no sirven para gobernar bien?
Los ciudadanos tienen derecho a disfrutar de la democracia y el primer lugar donde reside la democracia, como expresión más directa de los intereses inmediatos de los ciudadanos, es el Ayuntamiento. La Casa de todos.

Eliseo Bayo
eliseobayo.blogia.com

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